“Estabas ahí, silencioso y sin duda
sonriente…” Jorge Luis Borges
(Abramowicz).
La
muerte, esa inverosímil enemiga,
se
lleva a los amigos con su mano
inclaudicable.
Brindamos
a su salud con la mera presencia
de
los recuerdos, que con el tiempo,
van
emigrando hacia el mundo de la fantasía.
Éramos
los tres mosqueteros, porque éramos cuatro,
viajábamos
con facilidad hacia la risa,
porque
éramos jóvenes y la vida aún
no
conocía su dolor.
Y
ahora están allí, durmiendo con las muchedumbres
que
duermen con sus padres, con las sombras
que
alguna vez soñaron que eran soñadas,
con
los que amaron despiertos el sueño de la vida,
a
través del tiempo que los ha abandonado,
en
un rincón quejumbroso de mi corazón.
06/07/2016