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Poesia Y Política
Blog de RicardoLuis Plaul
27 de Junio, 2010    Sociedad

Carta abierta a un profesor homosexual


Miguel Ängel Santos Guerra 

27-06-10 |

Querido amigo: Sabes mejor que nadie que hay que estar dentro de la piel del que sufre para saber lo que se siente. El que está fuera se lo puede imaginar, pero no lo puede saber. He pensado muchas veces lo que tiene que pasar por la mente y por el corazón de un profesor homosexual, sobre todo cuando se encuentra en un contexto institucional conservador y refractante a los cambios. Qué le sucede a un profesor homosexual en un Colegio del Opus, por ejemplo? Bueno, en primer lugar que tiene que hacer un permanente y perfecto ejercicio de camuflaje. Puede ser que el puesto de trabajo esté en peligro. Increíble, pero cierto. ¿No puede un profesor homosexual enseñar bien matemáticas, ser un ejemplo de ciudadano y educar a los alumnos y alumnas para que aprendan a convivir? En segundo lugar que tiene que armarse de valor para escuchar, sin rebelarse, la doctrina oficial de una institución (para la que trabaja) que le tacha de enfermo, de pecador y de anormal. Para oír una y otra vez que no puede casarse, que no puede practicar la sexualidad (porque sólo es aceptable cuando se encamina a la reproducción) y que no podrá adoptar y educar a los hijos e hijas que, quizás, quiera tener.

Sin ir tan lejos. Pienso en un profesor de un centro público escuchando cómo cuenta un chiste sobre maricas un colega dicharachero y deslenguado. ¿Cómo lo vives tú? Probablemente esbozas una sonrisa que es más una mueca de dolor. Y te vas porque no puedes soportar ni un segundo más la humillación. Pero no tan deprisa ni tan airado que puedas despertar alguna sospecha. Pienso en la tertulia que se ha formado a la hora del café en la que se despotrica de forma poco respetuosa sobre la caravana del Día del Orgullo Gay.

Algunas veces te has planteado salir del armario. Lo pensaste mientras se lanzaba esa campaña que llevaba por eslogan "Una escuela sin armarios". Pero pensaste también: ¿Qué voy a ganar con ello? Acaso un poco de aislamiento y un mucho de rechazo. Todavía siguen vigentes en nuestra cultura muchos ramalazos de homofobia. Han sido largos los siglos de persecución, de condena, de rechazo y de burla.

Nadie mejor que tú sabe que han cambiado mucho las cosas, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Hay muchos prejuicios, muchos mitos, muchos errores, muchos estereotipos vigentes envenenando la cultura. Tenemos detrás muchos siglos de persecución, de oprobio, de discriminació n y de desprecio.

No te voy a dar ningún consejo. No soy nadie para hacerlo. Lo que pretendo con esta carta es decirte que comprendo tu soledad, tus miedos y tus recelos. Que comprendo tu dolor.

Procuras andarte con cuidado. No quieres que se te vea un pequeño trocito de pluma. Todavía no sabes cómo vas a dar el paso si es que algún día lo quieres dar. Tu sensibilidad, tu forma de pensar y de ser te hacen acercarte a algunas mujeres con una intención diametralmente opuesta a la de otros colegas. Lo cierto es que tienes tus mejores amigas entre las profesoras. Ellas te consideran una buena persona, respetuosa y sensible.

Te andas con especial cuidado en la relación con tus alumnos varones. No quieres que tu condición te juegue una mala pasada Eres especialmente respetuoso y distante con aquellos que de alguna forma te atraen. Recuerdas el día que uno de tus alumnos te preguntó en clase qué es lo que pensabas sobre la homosexualidad.

También tienes cuidado en el tiempo de ocio. No te acercas a ciertos lugares o ambientes que pueden levantar sospechas. Pero, claro, también necesitas establecer contactos que te hagan relacionarte como realmente deseas.

Qué decir de tu casa En el seno de una familia conservadora te cuidas muy mucho de dar ninguna pista, Presentas a tus padres a algunas amigas y te callas cuando sale la conversación de la homosexualidad en una comida o en una tertulia familiar. Sabes a ciencia cierta que tus padres no lo iban a entender y que iban a sufrir. No porque no te quieran sino precisamente porque te quieren. Y ellos van a pensar que tu condición sexual te va a poner las cosas más difíciles en la vida. Y te callas.

Con nadie has hablado de este espinoso asunto, que realmente es el que más te importa. Pero no tienes garantías de que te vayan a entender y vayan a saber reaccionar como deseas.

Sabes más que yo sobre la teoría que er y sabes que es necesario reflexionar sobre lo que consideramos normal y lo que calificamos de extrañó, raro o excéntrico. Acabo de leer un número de Cuadernos del Ateneo titulado "El desafío que er. Ciudadanía y sexualidad". Nos vendría bien a los heterosexuales reflexionar un poco sobre estas cuestiones, tratar de comprender lo que sucede con este fenómeno que está condicionando la vida de muchas personas.

Creo que no hay nadie que deba renunciar a un ápice de su felicidad por el hecho de haber asumido una determinada opción sexual. En una institución educativa, que debe ayudar a descubrir el respeto a la identidad de cada persona, que debe practicar el culto a la dignidad de todos los seres humanos, no es justo que alguien sufra o sea discriminado por ser como es.

Tienes derecho a ser feliz. Nada ni nadie en la cultura tiene que poner trabas a ese derecho ejerciendo tan arbitraria discriminació n. Deseo que seas feliz siendo precisamente como eres.

Un abrazo.
Miguel Ángel Santos Guerra
Carta abierta a un padre objetor

Estimado amigo:

Tengo que reconocer que me resulta difícil entenderle. Porque, lo que pretende la asignatura Educación para la Ciudadanía (EpC), a mi juicio, es enseñar a vivir en democracia. Y me cuesta pensar que alguien no está de acuerdo con esta pretensión. Sé que una asignatura no es el único medio (quizás ni un medio importante) para conseguir esa noble pretensión, pero no veo por dónde surge el problema si no es por la instrumentalizació n política impulsada por la derecha, el episcopado y por radios, prensa y televisiones afines.

¿Es que no podemos ponernos de acuerdo en la ética que va a presidir nuestras relaciones, en una ética compartida, como la que propone Adela Cortina en su libro "Ética para la sociedad civil" o José Antonio Marina en "Ética para náufragos"? Lo que pretende la asignatura EpC es favorecer la convivencia de creyentes, de cristianos y budistas, y no creyentes, de hombres y mujeres, de negros y blancos, de ricos y pobres... bajo una ética que esté por encima de todos los dogmas y de todas las morales particulares. Si las religiones se hubieran guiado siempre por la ética no habría habido inquisición, ni guerras santas, ni fundamentalismos que llevan a la violencia...

El argumento de que son las familias quienes han de decidir cuál es la educación de sus hijos más que falso me parece ridículo. Llevado al extremo este principio, podríamos concluir que nadie debería pervertir con propuestas democráticas a unos padres que deseen inculcar en sus hijos la filosofía nazi. Precisamente porque los padres son los responsables de la educación de sus hijos deberían procurar para ellos unos sanos principios democráticos.

Me resisto a pensar que la escuela sea un lugar para enseñar sólo geografía, historia y matemáticas.. . ¿Nada de valores? ¿Nada de actitudes de respeto, solidaridad, compasión y altruismo? Si veo en la escuela pegarse a dos niños, ¿tengo que dejarles que se destruyan porque la educación es asunto de los padres y yo, como profesor de matemáticas, sólo soy responsable de que aprendan logaritmos?

¿Por qué no se ha impugnado el curriculum de filosofía en el que tienen que estudiar a Carlos Marx? ¿Por qué los padres no creyentes no impugnan la asignatura de literatura porque los hijos tienen que estudiar la poesía de San Juan de la Cruz ?

Cuando se argumenta que el Gobierno quiere indoctrinar a los alumnos y se compara la asignatura EpC con la FEN no se tiene en cuenta que aquella era una asignatura de y para la dictadura y ésta es una asignatura de y para la democracia. Por otra parte, ¿por qué no objetaron entonces quienes ahora se muestran tan irritados? ¿Por que no defienden los obispos el derecho de los padres a pedir que se retire el crucifijo de las aulas?

Puede que en el temario de algunos textos de la asignatura se recoja alguna idea con la que usted no comulgue. No se preocupe. Ahí está usted para mantener la ortodoxia en la vida de su hijo. Pero deje que sepa que hay otras formas de pensar y de vivir. Deje que sepa que otras personas que recorren caminos diferentes están inspiradas por los mismos principios de honradez que a usted le animan. No se confunda: el hecho de que su hijo sepa que existen matrimonios homosexuales no le impele a ser homosexual y, muchos menos, a casarse con una persona del mismo sexo.

No cree fantasmas, no ponga la etiqueta de malos a quienes sólo pretenden enseñar, por un medio más, a convivir y a respetarse. ¿No le parece a usted chocante que la jerarquía eclesiástica, tan silenciosa cuando se obligaba a los padres a pensar y actuar de la misma forma, cuando se obligaba a los hijos a estudiar los mismos catecismos, esté ahora tan beligerante exigiendo esa libertad que antes no parecía existir?

¿Qué piensa que se hace en los veinte países que, siguiendo la normativa europea, tienen implantada una asignatura de similar naturaleza? ¿Son todos indoctrinadores, manipuladores, usurpadores de los derechos de los padres y de las madres? ¿Las familias de aquellos países son menos responsables que las de quienes, como usted, están presentando esa batalla?

Le contaré algo que desvela algunas trampas de esta sedicente pasión por la libertad. El Director de un Colegio de Priego de Córdoba me dice que una madre de un niño de Infantil presenta la objeción sobre la asignatura de EpC y demanda un documento que acredite esa petición. Al aclararle el Director que no la necesita para su hijo de esa edad ella responde que es profesora de religión y que se lo exigen en el Obispado. Ya sé que un hecho no puede convertirse en un argumento, pero puede ayudar a descubrir
las claves ocultas de un problema.

No puedo negarle a usted buena voluntad en sus pretensiones y en sus actuaciones pero, perdóneme, creo que si no hubiera habido una auténtica campaña desde la jerarquía y sus medios afines, muchos padres y madres que están empeñados en objetar esta asignatura, ni siquiera se habrían planteado la cuestión. Pienso que a usted le han metido en una guerra tan innecesaria como engañosa.

Un cordial saludo.
Miguel Ángel Santos Guerra

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publicado por ricardolplaul a las 19:08 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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