Por Narciso Isa Conde
En nuestra América el tránsito al socialismo tiene su caldo de cultivo en la multi-crisis del capitalismo dependiente, agravada en extremo durante la âeraâ neoliberal.
Se fragua en sociedades en crisis donde predomina el capitalismo neo-liberalizado como modelo integral de dominación (económica, política, ideológica, cultural, institucional, militar-policial...); con un peso abrumador de la propiedad privada criolla y trasnacional en todos los órdenes, no solo en la economía.
Con una institucionalidad inspirada en la âdemocracia representativaâ (ahora mas privatizada, desnacionalizada, corrompida y restringida).
Con un poder fáctico policial-militar funcional a la gran burguesía dependiente, a la partidocracia enriquecida y al poder supranacional imperialista (sobretodo estadounidense).
Con una opresión-explotación del trabajo por el capital, articulada a las demás modalidades que les son funcionales y la potencian: patriarcado, racismo, adulto-centrismo, ecocidio, discriminación sexual; y, sobre todo, con una dinámica concentradora y excluyente, enriquecedora de elites y empobrecedora de gran parte de la sociedad y sus recursos vitales.
En tales condiciones los proyectos socialistas en este siglo XXI no pueden obviar la esencia capitalista -aun con sus presentes especificidades- del orden a abolir y reemplazar; lo que exige retomar la médula de la crítica y de la negación del capitalismo elaborada en el siglo IXX y XX a partir de la ciencia.
Hablar de nuevo socialismo recuperando su esencia original
Creo válido hablar de nuevos socialismos, de socialismos participativos, auto-gestionarios, comunitarios, indo-americanos, latino-caribeños (o denominados de otra manera)⦠en tanto los socialismos del siglo XX devinieron en procesos estatista-burocráticos distantes de las formulaciones de Marx, Engels, Lenin⦠Es necesario diferenciar la propuesta actual de lo que ayer colapsó con el nombre de socialismo.
Pero sin dudas el tránsito al socialismo y el socialismo como propuesta de sociedad en este nuevo siglo, precisa retomar los conceptos y planteamientos de sus precursores, violadas a raíz del desvío de las revoluciones de orientación socialista de la primera y segunda mitad del siglo XX.
Precisa también incorporar todo lo que desde el pensamiento marxista creador y otras fuentes contestatarias de las diversas modalidades de opresión, lo enriquece en dirección a la plena emancipación de los seres humanos.
En resumen: se trata de volver a los grandes pensadores y combatientes por el socialismo, sin limitarse al producto de su tiempo; actualizando sus contenidos programáticos en función de la evolución del capitalismo y de las sociedades bajo su dominación integral, así como de los avances del pensamiento revolucionario generados en las experiencias y necesidades de todos los sujetos sociales oprimidos, explotados, excluidos y discriminados por el capitalismo y el imperialismo de estos tiempos en sus variados niveles de desarrollo.
Lineamientos con renovada actualidad
Asume renovada vigencia la propuesta de âlos clásicosâ respecto a la expropiación de los expropiadores, para convenir en social o colectiva la propiedad privada capitalista; expropiación por un nuevo Estado revolucionario al servicio de las fuerzas del trabajo, enfrentado al capital como relación social, desde su determinación de traspasarle progresivamente a los/as trabajadores/as todos medios de producción, distribución, acervo científico, servicios, comunicación; entendida la estatización como una intermediación no duradera y el nuevo Estado âbajo presión del sujeto político de la revolución y del poder popular autónomo- como facilitador de su propia extinción.
Representación controlada, revocable y sin privilegios; autogestión y autoorganización, intercambio de valores (a partir del trabajo necesario para producir y distribuir bienes y servicios), ley del valor y economía de equivalencias⦠resuenan con fuerza de necesidad en el presente. Más cuando en las experiencias socialistas del pasado siglo, el Estado y su burocracia se tragaron la socialización y su impronta democratizadora.
A la luz de estas experiencias es claro que la transición del capitalismo neoliberal al nuevo socialismo, entre otros ejes, debería pasar por:
- La socialización de los grandes medios privados y del residuo estatal.
- La colectivización paulatina y voluntaria -vía cooperativas y otras formas asociativas- de la micro, pequeña y mediana empresa y de los propietarios individuales.
- Las más diversas modalidades de propiedad social articulada en un sistema económico nacional.
- La autogestión obrera y popular en todas las vertientes de la economía, incluidas temporalmente formas de cogestión entre Estado y productores, entre Estado y propietarios colectivos.
- La planificación democrática-participativa y la progresiva descentralización.
- La idea de que la presencia de propiedad privada en el proceso de transición, en cualquiera de sus dimensiones y formas, es una herencia de la vieja sociedad que debe ser superada en dirección a la completa socialización.
- La socialización de la política y del poder (de todos los poderes) a través de la preeminencia de la democracia directa y participativa sobre la representativa
- La desburocratización, el control popular y ciudadano, la emancipación plena de la mujer, la superación del adulto-centrismo y el constante protagonismo equitativo de esos sectores en los mecanismos de decisión y ejecución de políticas; la erradicación del racismo y la concreción de un poder popular multiétnico y multicultural; la relación armónica seres humanos-naturaleza, la implementación de tecnologías apropiadas y la generación ascendente de riquezas sin empobrecimiento de seres humanos, territorios, ríos, maresâ¦En fin, democracia socialista integral, de género, ecológica, económica, social, política, y cultural.
- El reemplazo de las fuerzas armadas tradicionales, sin descartar la refundación parcial de una parte del viejo ejército; con énfasis en el armamento del pueblo y en la estructuración de los cuerpos especializados para la defensa de esa transición revolucionaria como pueblo uniformado, compenetrado con las metas planteadas.
- La asunción de la idea del socialismo como proceso continental y mundial, reconociendo sus límites en el contexto de un país o grupo de países; impulsando, mas allá de la cooperación y /o coexistencia entre Estados, el internacionalismo revolucionario, la solidaridad y cooperación entre los sujetos activos de la revolución antiimperialista y anticapitalista.
- La programación del proceso de extinción progresiva del Estado hacia una sociedad autogestionada, hacia una asociación de seres humanos libres, no sujetos a represión o coerción, con posibilidad de recibir de la sociedad lo que su vida material y crecimiento espiritual pueda necesitar.
A partir de estos lineamientos -y otros que la práctica, el debate y la creación heroica permitan definir y asumir- pondrían conformarse los diversos socialismos pertinentes en este nuevo siglo. Y digo âdiversos socialismosâ, porque más allá de los contenidos comunes en ese proyecto general de sociedad post-capitalista, hay que pensar en modelos de desarrollo, formas institucionales y particularidades de los procesos hacia la asociación libre y solidaria de los sujetos alternativos, con características variados por países.
Dejo pendiente el tema del tránsito invertido: del estatismo no colapsado al nuevo socialismo, que tiene mucho que ver con el caso cubano hoy.(Revista âLA ËPOCAâ, semana del 14 al 21 de febrero, La PAZ, Bolivia)