Encuentro apócrifo con J. L. Borges
Esperaba en el aeropuerto de Ginebra para entregar el auto que había alquilado, cuando de repente, una sombra algo titubeante me llevó por delante. Disculpe caballero, me dijo con su voz inconfundible. Sorprendido más por el hecho de que la sombra hablara en castellano que por el hecho mismo de que hablara, le pregunté qué hacía en tan insólito lugar, alejado de su dueño. Se enojó, me dijo que él era el tan mentado otro Borges y que andaba buscando a algún... Continuar leyendo