Por Ricardo Plaul
En el encuentro de los cuerpos se dibuja
la virgen trinidad del placer que descubrimos
al despertar de los primeros sueños.
Agotadas las hipocresías
sólo quedamos los dos con nuestras miserias
y grandezas, cobijando el milagro,
allanando las dudas.
Recorrimos con el temor de compañía
las pérdidas sin límites de la vida,
recogimos frutos generosos de nobleza,
el abrazo tibio y el llanto sereno de la despedida.
En las palabras que bebimos estaba el secreto,
la pócima insepulta... Continuar leyendo