Por Ricardo Plaul
Ofreció sus pechos al destino
y un abismo se cerró sobre ellos.
Desgarraron la carne mil bestiarios
de los que desconozco el nombre.
En un vuelo de albatros
se desató la vida
y no tuvo defensa ante el ataque.
Se abrió el ojo que creó al hombre
y a las cosas, desde el vaho infinito
se arrepintió al instante, pero ya era tarde:
brotaba la belleza en cada uno de tus poros
y el cielo inundaba de luz hasta la propia noche.
Fue jugando con los sueños que le regalaron
tus noches de amor... Continuar leyendo