Tu abanico de
sombras se quebró en las calles,
y tan sólo escuché el desfile
sin pausas de los heraldos
sin nombre lacerando tu cuerpo.
La vida naufragaba adolescente
entre drogas y
alcohol.
El sexo, el sexo, el sexo
era una más de las mentiras,
una máscara festiva
en el carnaval de tus angustias.
Era la misma historia repetida
una y mil veces, eran las manos
del incesto registrando olvidos.
Mariposa sin luz, sin primaveras...
que el deseo insurgente de la vida
no se quiebre en tu vientre,
que...
Continuar leyendo