por Ricardo Luis Plaul
Los lobos están sedientos,
aúllan en las sombras,
esconden sus colmillos.
Una falange de mediocres
abonan el surco con su odio,
susurran su veneno frente a las
puertas enmohecidas del cuartel.
Las compuertas del pasado más cruel
parecen estar ausentes en su memoria.
La Madre se inquieta, sus hijos están dispuestos
a jugar todas sus cartas.
Las manos se unen
en un lazo más fuerte que el acero.
Del Orinoco al Plata
las voces se alertan: el enemigo acecha.
Antorchas... Continuar leyendo