Por Ricardo Plaul
El campo de mi provincia tiene atardeceres infinitos.
El campo de mi provincia tiene soledades infinitas.
Lágrimas antiguas se columpian en el alma
con el cielo sangrante
y las alas migrantes de alguna golondrina.
Los cascos de tu caballo en el estío
levantan tempestades de tierra, nostalgias
de sueños compartidos en la galería de mi vida,
gemidos de siesta provinciana en la madera
siempre-verde del pino, que susurra sus secretos
en la cuatro ramitas del nido indiscreto,
en... Continuar leyendo