Por Ricardo Plaul
Aquella casa, apenas a unas cuadras del centro comercial, tenía sabor a barrio. Sin embargo era distinta a cuantas casas haya conocido, tenía un espíritu muy singular que no he vuelto a percibir en ninguna de cuantas he habitado. Quizás sea por el hecho comprobado de que a partir de determinada edad los duendes que acompañan nuestros pasos, se desvanecen junto a las aventuras de piratas y vaqueros.
Todos le decían, sin saber yo muy bien por qué en ese entonces : "La Casa del... Continuar leyendo