Imagina un mundo
sin Osamas, ni Obamas
en ronda con la muerte de niños y mujeres
manchando con petróleo sus rostros yertos.
Imagina a John y sus compinches de luz,
saltando por la playa
para subir al submarino de sus sueños,
cantando la canción que nos enamoró
una tarde de julio, con cronopios en fuga,
con olor a libros viejos de la calle Corrientes.
Imagínatelos otoñando versos
en un somnoliento café de Buenos Aires,
con lagañas de viento
en los labios húmedos de una ciudad
que abraza esos cielos... Continuar leyendo