Por Ricardo Plaul
Muy temprano el bazar abría el ojo metálico de su cortina sobre el barrio lomense que se encaminaba al trabajo y a la escuela. Los niños alegres pisoteaban la escarcha, que en ese entonces, se formaba junto al cordón de la vereda. Durante veinte años el bazar fue parte de la vida de los vecinos en aquella esquina de Gorriti y Sarmiento. Todo o casi todo se podía comprar allí, a la manera de los "baazares" orientales: desde un juguete el día de Reyes hasta un cuaderno donde... Continuar leyendo