Por Ricardo L Plaul
1974
Si iba a salir con su marido tenía que arreglarse muy bien. Buenos Aires era una ciudad tan colorida y llena de vida. No como Santiago, ahora al menos, o desde que llegó "la bestia" se apagó la alegría. Se acordaba cuando ganó Salvador: todas las casas y las calles se habían llenado de claveles rojos. Los jóvenes bailaban en las plazas y se besaban en las alamedas.
Luego el horror hundiendo todo su mundo. Carlos y ella habían huido justo a tiempo.
Ya se veía caminando ... Continuar leyendo