Por Jorge Luis Ubertalli
Ese viento que, como decía el Viejo, era canto y camino, trajo la noticia. Del otro lado del mar, luego de pedir un vaso de leche en un hotel francés de Nimes, se había derrumbado don
Atahualpa Yupanqui. Fue la noche del 23 de mayo de 1992 que el Viejo, sin despedirse, en pelo y sin hacer ruido galopeó hacia el silencio y se perdió. Pero quedó en todos nosotros, sus hijos y discípulos, en relación con la cultura de resistencia que supo blandir hasta el último momento de...
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