Ricardo L Plaul
Desde la augusta morada
los dioses te vieron vigilarme.
Descifraban laberintos infinitos
los ojos vacuos de tu respiración.
Ignotos vasallos coreaban los himnos de la desesperación.
Requiems y esmeraldas adornaban la corona
en la sangre de la noche más oscura.
Las rondas infantiles ignoraban tu nombre,
voces inocentes desafiaban tu misterio.
El sol de mis memorias, lentamente
se extinguió en tu fuego y mis pasos
furtivos, le arrancaron huellas a tu hielo.
Quebrada la esperanza... Continuar leyendo