Ricardo L Plaul
Fue tu clara inocencia
recibiendo los golpes inclementes,
el hipócrita perdón, la sonrisa transitoria,
el amor enfermo, insanablemente enfermo.
Marchitaron las palabras de la dicha,
se hundió el barco del recuerdo:
en su lugar brotaron espinas de rencor,
el dolor expandido en la mirada
que llovía tristeza y placer amoratado.
La soledad vistió el estandarte de la dicha,
sólo tus hijos abrazaron la dulzura momentánea,
pero también el miedo, el increíble miedo
en la noche de alcohol y ... Continuar leyendo