Ricardo Plaul
Para inaugurar a cada paso la alegría.
Para el recuerdo de la lágrima y el abrazo.
Para sortear las vallas de la vida.
Con el corazón entre las manos
y la luz de verte en la mañana.
Porque sabemos sin hablar
la tonada del mundo que inventamos,
porque los soles que sembramos
alimentan los días y las noches,
porque la casa de cristal que nos espera
será feliz en su color sin tiempo,
será el derroche de ese amor
tan nuestro.