Por Ricardo Plaul
¿Sentí su mano sobre mi boca y no me gustó. Pude olfatear el olor del tabaco negro que fumaba y tuve ganas de morderlo. Pero me contuve, no había agresión en su gesto sino mas bien todo lo contrario. Nunca habían podido callarme, ni siquiera en los años de plomo de la dictadura. Claro que tuve que escaparme del país para sobrevivir y abandonar acá todos mis afectos.
Sus manos fueron bajando y sentí su turgencia poco conveniente a esa hora de la mañana, con todo lo que tenía... Continuar leyendo