Por Ricardo Plaul
La lluvia va lavando las culpas
y sobre las tapias, el corazón del hombre
desangra sus latidos.
Desiertos de paraguas impregnan mis antojos.
Un columpio de crepúsculos me acerca
tristezas nuevas esta tarde de domingo.
Un mendigo danza en su pobreza
la locura de ser un desterrado de la vida.
No me preguntes por qué,
ausentes a la misericordia se mueren los deseos.
No me preguntes por qué,
tan sólo dime cuándo concluirá la pesadilla.
12/07/2011