Se rindió a la espuela de la noche.
Caracoles de sueños habitaban sus ojos
mientras la tierra se adormecía
en tu piel. Tu pecho alimentaba
labios candorosos y un cielo de palabras
esperaba su futuro.
Pequeñas lunas de colores
bailaban en mis palmas y
un oso de peluche se abrazaba
a tus miedos. Todavía no estrenó
el mundo y sus lágrimas copiosas lo
llueven de deseos.
Dale la vida para que juegue
y que por favor: no la arroje
al desván del desencanto,
no la gaste en quejidos vanos,
regálale... Continuar leyendo