La historia avanzó dos pasos
y una mirada avergonzada se estrelló en su rostro.
Las manos aún se alzaban en oración pagana,
un plato vacío se vestía con harapos
en la esquina más desgraciada de la vida.
La tierra estremecida, gemía sin árboles,
sin arroyos, sin pájaros,
un veneno gris alimentaba sus entrañas.
Quiso retroceder y ya no pudo,
un reloj sin agujas aceleraba el tiempo,
el último poeta disimulaba sus delirios.
Máquinas extrañas cruzaban los cielos,
el canto del zorzal era un recuerdo sin ... Continuar leyendo