En mis manos y en tus manos
se rompió la luna, y sus fragmentos
salpicaron de pavor
el infranqueable castillo.
Hundidos en el pesar del tiempo,
cabalgamos más de una noche
hacia la nada.
Ni una estrella restalló
en la noche, morían noctilucas
en la orilla.
Una danza extraña de mudos fantasmas
resonaba a la distancia,
¿adivinaban acaso la frenética partida?
Un bosque oscuro amaneció
en el alma.
En un paréntesis de amor
se perdió la vida.