Ricardo Plaul
El tiempo nos apura, nos retrasa,
nos rebasa, nos aprehende, nos vive.
Se engolosina con la finitud del instante,
con los amigos que se han ido.
El tiempo, ese feliz verdugo
de nuestro tiempo, no existe.
No existe en nuestro abrazo,
en nuestras miradas,
en ese mate mañanero
que anida tus palabras.
En nuestros hijos: el tiempo
se hizo eterno en la caricia.
El tiempo nos verá irnos un día
con las arrugas de su tez,
con las penas del alma
jugando entre sus dedos,
con una luz nueva... Continuar leyendo