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Poesia Y Política
Blog de RicardoLuis Plaul
18 de Julio, 2010    Sociedad

Carta a la senadora Negre de Alonso


 
de Gastón Malgieri.

Ayer a las 19:37

Es hijo de papá y de mamá.
Se crió en un departamento de tres ambientes, frente al Mercado Concentrador de Frutas y Verduras. Un dato irrelevante, claro. De no ser porque volviendo una vez de un cumpleaños de quince, un puestero le sacudió con un zapallito podrido, manchando el traje que su viejo le había prestado para la ocasión. Mientras el zapallito volaba por el aire, alcanzó a oír un "puto" viniendo de la boca que le pertenecía también al puestero. Esa fue la primera vez que sintió que las palabras podían doler. 

Jugó con otros nenes. Se raspó las rodillas. Rompió muchos pantalones y conoció el decoro de la reparación a fuerza de parches de cuero y Merthiolate rojo.

Fue a la escuela primaria del barrio y lo educaron maestras terribles para quienes el saber era sinónimo de hostigamiento y tiernas para quienes la docencia era un compromiso.

Tomó la primera comunión, a pesar de haberle preguntado a la catequista por qué dios se había llevado a su vieja. Tomó la primera comunión a pesar de la respuesta de la catequista, para quien la muerte de su madre, era una decisión incuestionable de ese dios cuyo cuerpo estaba probando en forma de fichita de video juego con gusto a pan sin sal.

Dios se le pegaba al paladar pero no le daba respuesta a su dolor. A muy corta edad entendió también, el concepto de "paradoja".

Es homosexual.

Este homosexual que es (porque todxs tenemos alguna etiqueta que otros nos quieren poner como si fuéramos proyectos de un estudiante de química), este hombre que labura en una empresa que solo le da de comer, tuvo padres.

Tuvo papá y mamá.

Este tipo lee libros que antes le eran negados en el seno de una familia tirando demasiado a clase media. Mucho más de lo que hubiera querido. Porque si en su casa no había libros, no era por falta de recursos económicos. No. Peor, era por falta de interés.

Este tipo nació en un hogar tipo. Con un padre que todo lo que le enseñó del séptimo arte, tenía que ver con el cine catástrofe. "La aventura del Poseidón" era la improbable educación sentimental de ese viajante de perfumería que insistía hasta el hartazgo con verla, cuando solo había televisión de aire y no había opción. El viejo se ponía perro con eso. Hay que mirarla infinidad de veces, sentenciaba. Como si fuera Catalina Dugli pasada de tinto. El resto lo aprendió solo. O con la otra familia que se fue armando a contragolpe de lo que le habían enseñado que era una familia, sus amigxs.

Este tipo se armó un lugar de pertenencia nuevo. A pesar de papá y mamá. O sobre todo, por papá y mamá. O eso es lo que le habría de enseñar el psicoanálisis. Que la culpa era de papá, de mamá o de ámbos. Y que su "enfermedad" tenía que ver, necesariamente con algo de figuras débiles o ausentes. Nunca estuvo de acuerdo con semejante teoría. Nunca creyó estar enfermo y por lo tanto tener que curarse de un síntoma que no tenía.

Este tipo que tuvo papá y mamá, creía que su homosexualidad era una elección. Hoy ya no le importa. Tiene la certeza de ser feliz. Y no justamente porque le haya encontrado una explicación a ése cartelito que los otros necesitan para identificar al distinto. No. Sino porque simplemente no le importa.

Este tipo, puto, y psicoanalizado, escribe, como puede, tan verborrágicamente como cuando habla. Este tipo vibra y putea, todo el tiempo, como una cloaca que el municipio no se digna a reparar.

Este tipo ama a otro tipo.

Con cada gota de su sangre.

Ama.

Ama como jamás le enseñaron a amar esos padres, en esa familia tipo. Ni la catequesis que no supo explicarle su orfandad.

Ama con cada fibra de su cuerpo a otro tipo y siente que eso es estar vivo. Que esa boca es estar vivo. Y que besarla sigue siendo, a pesar de todo, su revolución, su lucha y su deseo.

Este tipo siente que el mundo es un lugar aún habitable, porque existe eso que llaman amor.

Porque a pesar de todo el dolor de esa familia tipo de la que es parte, este tipo pretende otra cosa del mundo.

Este tipo que no llega a fin de mes, que fue a varias marchas del Orgullo sin saber si lo que sentía era orgullo, pero estaba entre pares y sentía que su lucha no era solamente suya y que por eso valía la pena. Este tipo que quiere que cada quien ame como le venga en ganas. Este tipo que es inmoral para otros porque gusta de raspar su mano en barba ajena. Este coso aberrante en que lo convierten quienes creen que no son aberrantes simplemente porque son mayorías. Este tipo que no planeaba formar "su familia", pero ahora sabe que tiene una ley que lo ampara, y ahora duda, porque tiene con quien.

El tipo que escribe esto fue criado por una madre y un padre.

Ámbos católicos. Ámbos con el mambo de ir a la iglesia los domingos, y celebrar las pascuas y no comer carne en vísperas, no sea cosa que su dios los castigara. Este tipo soportó estoicamente esos mandatos. Este tipo que se sabía de memoria aquello de "el señor es mi pastor, nada me ha de faltar", supo también lo que es la carencia, desde muy chico. Y no solo la económica. La peor de las carencias, la afectiva.

Este tipo tuvo papá y tuvo mamá.

Los que le tocaron en gracia.

Una madre sumisa, o eso es lo que recuerda de ella, envuelta en vestidos de flores pequeñas para disimular los pliegues del exceso de peso. La gorda, añora. Esa mujer que le ponía fondant a las tortas de todos los cumpleaños y pintaba a mano con pinturas Polydor los almohadones de todo el consorcio. Este tipo recuerda el olor de los potes abiertos sobre la mesa del living. Este tipo, además de rarito, tambien tiene memoria olfativa. Y evocaciones de una infancia bastante dark, para ser realista. Su infancia se convirtió en el infierno tan temido, el día que el olor a pintura Polydor dejó de circular en el ambiente.

Su mamá fue una cornuda. Y recién de grande, supo que había algo que se llamaba "mandato social" y había empujado a esa mujer a aceptar sus cuernos, calladita, por ser parte de lo que los machos aún llaman el "sexo débil". Ese mandato la obligó a no abandonar jamás a su esposo y sus hijos, hasta que no pudo más. Y los abandonó. Dejó que un cáncer de mamas fuera finalmente metástasis y razón suficiente para irse de este mundo también entumecido.

Este puto escritor tuvo un padre.

Un padre que veneraba a los milicos, que decía que con ellos se estaba mejor, que ellos habían sido una familia próspera en épocas en las que tambien desaparecía gente, pero porque estaban "metidas en algo". Ellos eran prósperos y otros desaparecían. Cuando era adolescente entendió que esa era la enorme distancia que lo separaría irremediablemente de la educación que estaba recibiendo de esa familia normal. Porque este puto tuvo un padre y una madre. Y los empezaba a cuestionar. Como cualquier hijo. Como cualquier puto.

Su papá era un mal bicho. Armó, luego de la muerte de su esposa, un andamiaje de sufrimiento, una espiral morbosa con la que arrastró a sus hijos sin medias tintas.

Ese padre ejemplar, laburante, y ahora viudo, abusaba del puto. Y el puto tuvo que seguir viviendo con eso años. Muchos años. En silencio.

Porque esa misma cabecita que había entendido de chiquito que las palabras duelen, que dios no deja de ser una paradoja, que hay mandatos que son casi inquebrantables, que hay algo que se llama carencia o miseria afectiva, no podía comprender la violencia ejercida sobre su cuerpo. Y el hipócrita vacío que genera ésa violencia sobre ése cuerpo. La sociedad donde este puto vive sabe que estas cosas suceden pero no dice nada.

Ese es el concepto que este tipo tenía de lo que es una familia tipo.

Claro, estarán aquellos que hoy reclaman el estandarte de la familia tipo, diciéndole a los gritos que todas las familias no son así. Y cuanto le alegrará a este tipo, decirles que eso es cierto. Este calvario no se lo desea a nadie. Porque deja heridas. Muchas. Y supuran odio de vez en cuando y duele. Claro que no se lo desea a nadie.

Este tipo lloraba solo en su casa. Anoche, sin ir más lejos.

Porque le dolía escuchar a la senadora Negre de Alonso decir que se sentía discriminada. Porque lo emocionó hasta las lágrimas la senadora Liliana Fellner quien dijo dudar que los registros civiles se llenarían de homosexuales dispuestos a casarse, tan solo porque el instrumento legal se los permitiera.

Lloraba porque una escena que había vivido cuando chico, volvía a repetirse:

Este puto que ahora puede casarse sentía que las personas llevadas en micros por la iglesia católica (entre otras) a la plaza de los dos congresos, un día antes, eran clones, de clones, de clones, de su catequista. De su padre que a cachetazos lo había echado de su casa a los diecisiete años por puto, del puestero que le había arrojado aquel zapallito y le había enseñado que las palabras duelen. De esas maestras terribles para quienes el saber era sinónimo de hostigamiento. De aquellos que lo habían obligado a ponerse etiquetas para que fuera más fácil separarlo del resto.

Este puto ahora puede casarse. Y no sabe si quiere. Pero tiene con quien. Ha elegido, a pesar de todos los mandatos, todas las creencias, todos los supuestos psicoanalizados que lo fueron formando, todas los castigos divinos que se desatarían como un enjambre de furia sobre su enorme y feliz putez.

Y déjeme decirle Señora Negre de Alonso, que durante años de mi vida, y sobre todo, de mi vida de puto, este puto, también se sintió discriminado, humillado, silenciado, ¿pero quiere que le diga algo con absoluta conciencia? Ya se le va a pasar. A mí se me pasó. Gracias, entre otras cosas a las elecciones que he tomado, a la certeza de estar amando, a la posibilidad que le he dado a esta cabecita mía, de espantar todos y cada uno de los fantasmas que gente como usted, mi padre, la catequista y demás deudos se encargaron de crear con mi felicidad.

No hay dolor Sra., que no pueda ser curado con la lucha constante e inclaudicable contra los detractores del amor. No la hay, Sra. La de ayer fue una lucha, y sus lágrimas la más hipócrita representació n teatral que he visto en años.

Ud. se dijo "discriminada" , y déjeme compartir lo que esa palabra en su boca provocó: no lo siento. Todo el dolor que yo y que muchxs venimos sintiendo durante años, no se compara con sus cuatro lágrimas de cocodrilo.

Usted se percibió ofendida porque osaron cuestionar sus pensamientos inquisidores. Ayer sentí que por primera vez el estado me preguntaba si quería ser feliz, como jamás me consultaron ni mis padres, ni la iglesia ni ninguna de las instituciones que ud. dice representar. Y esta bien que por una puta vez en la vida, este puto pueda responder, sí, quiero.

En casa de este puto hay carilinas. Le guardo algunas.




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publicado por ricardolplaul a las 10:38 · 1 Comentario  ·  Recomendar
 
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Comentarios (1) ·  Enviar comentario
Soberbio Hermano ! Gracias.
No puedo dejar de leer y leer.
Viva la Diversidad, Viva la igualdad.
Te abrazo con el alma.

PD: En mi casa también hay carilinas para la Sra.
publicado por Daniel, el 26.07.2010 22:37
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