En el balcón de la esperanza

Por Ricardo Plaul
Espérame con los ojos puestos en el balcón de la esperanza,
camino como un ciego cada día que inventas con tu voz,
trastabillo en tus delirios, acompaño tus sueños,
enciendo la pasión, recorro los rincones secretos de tu mano,
en el beso que la vida le arrojó a mis días, al rescoldo
del viento del olvido, como una sinfonía de silencios
que acaricio, al despertar ternuras cada mañana
en que tus ojos y los míos se preñan de milagros.
Esta tenue despedida abreva en el abrazo que no cesa,
en las brasas que enciendes al arrojarles un leño de tu cielo,
en los brotes que embarazaron el alma del deseo.
Quisiera saber por qué tu sonrisa me ilumina por dentro
en cada hilván de este lento y coloquial descenso
al mundo de las brumas, quisiera un adelanto
de la inocente fantasía que vestía las noches de la infancia,
donde multitud de senderos esperaban con fanfarrias aladas
y conos de luz maravillosa, el para siempre del mañana.
Puedo saber que lo siento al arroparme tu cariño,
forma parte del color y del ritmo que esconden las palabras
cuando aman, viene con suavidad a salvarme,
como un arroyo de aguas saltarinas en el calor de tarde,
cuando se apagan los días de mis días.
14/02/2011