Una Herida inconclusa aprisiona
la simiente temprana
que alimentó la tierra.
Retazos de historia se ahuecan
en las calles golpeando la noche
con sus rostros presentes,
atravesando siniestros con Verdad.
Amanece nuestra piel
y llueven caudalosos pañuelos
de la Paz sobre los rostros jóvenes.
Se erigen altares intangibles,
mieles de otros tiempos
enronquecen las voces.
Tranquilo nuestro atardecer
germina en otros surcos
abonando sueños.
Los nietos del dolor
son hijos de la esperanza.