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Poesia Y Política
Blog de RicardoLuis Plaul
17 de Julio, 2010    política

?Quienes son los enemigos del pueblo? Los mismos de siempre




 
por Ricardo Luis Plaul

A mediados de la década del 60 comenzó a manifestarse en el mundo, en algunos países con mayor intensidad que en otros, un proceso de ruptura cultural en el que aparecieron nuevas formas estéticas, musicales, literarias, axiológicas, comunicacionales, pedagógicas e interactivas , que acompañaron a los procesos revolucionarios que en lo socio-económico y político se avizoraban. Así, en la superficie de la vorágine social desatada, las polleras cortas, los pelos largos, los colores psicodélicos, los happenings, la música estridente el "amor libre" y las pastillas anticonceptivas comenzaban a inquietar al establishment (como se llamaba en aquella época al "sistema") por ser LO DIFERENTE, lo nuevo, el cambio que podía alterar el statu-quo de los que detentaban el PODER y sus consecuentes privilegios.
Vivíamos en una sociedad de adultos, en la que aún los que se decían de izquierda, habían sido educados para conservar el orden establecido que se revelaba en algunas frases que se grababan a fuego como imperativos morales a seguir hasta el confín de los tiempos: "en la mesa no se habla" (al menos los menores no hablan si los adultos no lo autorizan previamente), "cuidado que hay ropa tendida" (no se tratan ciertos temas, sobre todo los que tienen que ver con la sexualidad, delante de los niños), "hay mujeres santas (la madre, las hermanas y la novia) y de las "otras" (con las que se puede tener sexo antes del casamiento), "no sólo hay que ser si no sobre todo parecer", "nada se logra sin sacrificio", "pobres pero honestos". Y así todo un dogma expresado en dichos y refranes que constituían el inamovible faro de la conducta de las personas "de bien".
Pero los jóvenes, por diversos caminos, seguimos impulsando los cambios, más o menos profundos, que a la vez nos asombraban, asustaban y entusiasmaban, pero que siempre solíamos defender con vehemencia. Con mayor o menor conciencia política, según los casos, nos rebelábamos contra las injusticias, las cotidianas del hogar y las de la sociedad en general. Habíamos hecho nuestra la frase de Marx (muchos sin siquiera conocerla) que "no sólo hay que conocer el mundo sino que hay que transformarlo". El fantasma del pensamiento crítico asustaba a los que preconizaban el pensamiento único.
Los enemigos del pueblo de siempre, los dueños del poder económico concentrado junto a los cómplices con quienes siempre se han hermanado y siguen haciéndolo (las jerarquías eclesiásticas, los dueños de los medios monopólicos de comunicación y un sector pacato de la clase media), afiló los colmillos de sus perros de la noche: las Fuerzas Armadas y desató la más tenebrosa inquisición ideológica- cultural que hayamos vivido.
Retoman el rumbo de los golpes del 30 y del 55 en el 66 con Onganía, provocan el genocidio del 76 al 83 y logran gran parte de los objetivos pendientes y otros nuevos con la euforia neoliberal de los 90.
En junio del 66 con la "Noche de los Bastones Largos" derrumban el sueño de una universidad autónoma y progresista en un país dependiente. Con la doctrina de la Seguridad Nacional entró en escena la militarización de la batalla ideológica contra aquellos sujetos sociales que impugnaban el orden social en términos políticos y culturales.
La caída del Estado burocrático autoritario encuentra a los obreros y estudiantes universitarios unidos en su lucha contra el imperialismo como su mayor enemigo. "Liberación o Dependencia" era la opción más discutida. La UBA se convierte en el símbolo de la Revolución Cultural de las generaciones del 66 y del 73. Esta primavera del pensamiento de comienzos de los 70 provoca que nuevamente "el mundo ilustrado" venga a poner fin a la "barbarie" desatada por quienes "vienen a subvertir el orden social natural". "Hay que eliminar el peligro que atenta contra la marcha natural de nuestra civilización".
"En esa época pensábamos que lo que había que hacer era cambiar todo de golpe, y que eso estaba bien y era posible." Adriana Puiggrós
A mediados del 74 comienza la cuenta regresiva y se institucionaliza la represión ideológica.
Con la dictadura cívico - militar del 76 nuevas frases se incorporan al repertorio reaccionario: "por algo habrá sido", "ahora se puede caminar tranquilo por la calle", "por fin hay orden", "ahora se puede estudiar", "los argentinos somos derechos y humanos". "no te metás".
En un sólo día, el 26 de junio de 1980, se queman un millón y medio de libros del Centro Editor de América Latina. Se despojan a las bibliotecas de todos los libros censurados. Se ejerce el control absoluto de los nuevos libros de texto escolares en todos los niveles y modalidades. Siete de cada diez libros leídos en ese período (1976-1983) estaban orientados ideológicamente por la dictadura. Se puede uno imaginar que tipo de valores culturales y morales se construyeron a partir de esas lecturas - como dice Francisco Romero- "paridas en los antros del terrorismo del Estado".
El terrorismo de Estado consiguió en gran medida destruir la subjetividad y sustituir la identidad de sujetos sociales críticos por la de individuos resignados, derrotados, a-críticos o disciplinados. La feroz represión, la prohibición de los partidos políticos y sindicatos fue indispensable para llevar a la práctica el programa económico de Martínez de Hoz. Las políticas económicas estuvieron dirigidas a generar un cambio profundo en la estructura económica - social que asegurara una transformación integral de la historia nacional.
La fórmula de achicar el Estado y reemplazar el sistema de economía cerrada por otro abierto, que implicó el traspaso de la dirección de la economía desde nuestro Estado Nacional a las corporaciones multinacionales y las potencias que controlan el mercado mundial, fue la misma fórmula que había ya utilizado la generación del 80. Ésta subordinó nuestra economía a Inglaterra y sus corporaciones. Sobre la apropiación de las tierras de los pueblos originarios se constituyó la oligarquía terrateniente que regó con la sangre de nuestro pueblo las tierras que proveyeron trigo, maíz, vacas y ovejas para ser exportadas y enriquecer a los genocidas terratenientes. Son los mismos que hoy piden, a través de sus lacayos políticos, que no les cobren las retenciones por sus ganancias extraordinarias.
La política aplicada durante los primeros meses de la dictadura produjo una fuerte devaluación de la moneda, aumento de precios y congelamiento de salarios. La reforma financiera del 77 junto con la apertura de la economía y el nuevo contexto internacional permitieron reemplazar el modelo basado en la producción de bienes industriales por otro basado en la actividad financiera. La reforma financiera implicó la desnacionalización de los depósitos bancarios y la eliminación de los controles sobre las tasas de interés y de las trabas existentes al endeudamiento privado en el mercado internacional de capitales.
El endeudamiento externo del Estado y sus empresas y de las empresas privadas fue un efecto deseado por el plan económico para beneficiar a la banca extranjera en desmedro del interés nacional.
La herencia de la gestión de Martínez de Hoz condicionó el posterior funcionamiento de la economía argentina al recuperarse la democracia. La carga de intereses de la deuda y sus amortizaciones anularon la capacidad operativa del Estado consumiendo su presupuesto. Así se instalará el Fondo Monetario Internacional, la banca extranjera y sus aliados locales como un factor de poder para dirigir la política económica del país. Será la causa de una sociedad arrasada (de la que muchos parecen no tener registro) con su población empobrecida, desempleada, sin salud, ni educación, ni viviendas dignas.
Por cada dólar en que se incrementó la deuda externa hubo un dólar que se fugó al exterior. El esquema financiero ideado por Martínez de Hoz permitió al sector privado obtener entre US$ 3000 y 4600 millones sólo tomando deuda en el exterior para colocarla en el mercado interno y luego sacar la plata del país. Luego, para hacer el negocio más redondo, se traspasó la deuda privada al Estado Nacional (Domingo Cavallo).
Durante el gobierno de Alfonsín si bien se tomaron algunas medidas durante los primeros meses, tendientes a incrementar la asistencia financiera a las actividades productivas, éstas fueron rápidamente reemplazadas por otras por la aplicación de una política monetaria y crediticia restrictiva como consecuencia de negociaciones con el FMI.
Se siguió "una política gubernamental signada por las exigencias del endeudamiento externo, los planes de ajuste impuestos por el FMI y la banca acreedora y el privilegio a los intereses de los grupos monopólicos locales". IMFC 1987.
Tanto los aparatos de hegemonía cultural como el establishment económico y sus instrumentos represivos permanecieron intactos y, trabajaban por ende, para preservar sus intereses.
La revisión, entre 1984 y 1985 de las violaciones a los derechos humanos emplearon una metodología, que fundada en la teoría de los dos demonios, consistió en la saturación de imágenes y testimonios de la violencia y del horror más crueles, sin un abordaje serio de sus causas y objetivos. El uso político del miedo de un peligro acechante, inhibía cualquier acción individual o colectiva que pudiera propiciar su regreso. En aras de mantener la precaria estabilidad democrática se impugnaron las ideas y la praxis críticas que según la teoría de los dos demonios habían nutrido al "demonio guerrillero.". En este razonamiento descontextualizado y acrítico se identificó la Teoría de la dependencia con la matriz ideológica de la subversión que nos condujo a la dictadura y a la "guerra sucia" entre dos bandos extraviados. Se reivindica a los jóvenes desaparecidos desde su condición de víctimas, idealistas y almas nobles pero se les niega su identidad ideológica y compromiso concreto, su condición de sujetos sociales y políticos.
La crisis de Semana Santa pone en escena la paradoja de una impresionante reacción popular y un gobierno claudicante que desemboca en las leyes de obediencia debida y punto final. Los sediciosos y autoritarios de siempre se transforman en "héroes de Malvinas".
La imposibilidad de que se puede transformar un orden social injusto sin ser asesinado, creando subjetividades resignadas, fue el efecto social central de la dictadura, que se instaura en el inconsciente colectivo, como axioma-falacia desde el discurso alfonsinista, sus voceros y los medios.
Durante el gobierno de Carlos Menem y su ministro Cavallo se apuntó a un modelo de país orientado hacia el exterior, inserto en la reestructuración productiva internacional, la cual privilegiaba a un sector exportador, eminentemente agrícola, las industrias petroleras, químicas y petroquímicas, celulosa y papel. En ese modelo el Estado sólo tiene un papel subsidiario. La década del 90 se caracterizó por la aceleración del proceso de profunda concentración y extranjerización del sector financiero argentino. El verdadero poder económico-financiero se hace cargo de la situación. La ola privatizadora expoliadora del patrimonio nacional destruye al Estado Benefactor. Se acepta hasta la flagrante corrupción con la promesa de estabilidad económica de la clase media, agitando el fantasma de la desocupación y la hiperinflación.
Si han muerto las grandes utopías y el capitalismo globalizado ha triunfado en la "Aldea Global", la ideología neoliberal y la economía de mercado son el único pensamiento posibles. Esto hay que grabarlo a fuego las 24 horas del día en las subjetividades colonizadas. Los medios de comunicación masivos tienen en esta tarea un papel preponderante.
El poder aprovechó este momento de extrema debilidad y desencanto para asestar un duro golpe a las teorías del conflicto, anunciar la muerte de la historia y el Reino de la "armonía global" porque este es "el único mundo posible". Se instaura la idea de que la "democracia de mercado" es el único modelo posible para no quedar excluído de los "beneficios virtuosos" de la globalización .La política queda entonces subordinada al saber de la economía y sus especialistas. En este esquema no hay pueblo ni sujetos sociales, hay clientes, consumidores, usuarios. Lo público, la participación, la movilización son "anacrónicos" y se establece el culto al individuo y la gestión privada. No sólo se produce una escandalosa concentración de la riqueza sino también del conocimiento. La desocupación supera el 20%, la pobreza el 53% y la indigencia el 25%.
El crecimiento de la pobreza, la desocupación y la exclusión social favorecen el aumento de la violencia social. La ley de la selva revela qué clase de sociedad podemos llegar a ser. El problema nacional será entonces la inseguridad con un abordaje clasista, xenófobo y racista. El enemigo ahora es el "negro joven pobre proveniente algún país limítrofe" al que hay que matar con el gatillo fácil, con la droga o con las enfermedades de la pobreza.
El patrón de acumulación implantado por la dictadura, profundizado en los 80 y consolidado en los 90 concluyó en la peor crisis económica, social y política de nuestra historia. La devaluación de la moneda en 2002 significó no sólo el fin de la convertibilidad sino también el agotamiento del modelo basado en la especulación financiera, la desindustrialización y la concentración y desnacionalización de la economía. Esta es la infamia que dejan los 90: los conflictos estallan y ya no hay teoría (supuestamente) que los expliquen.
La primera década del siglo encuentra a los viejos contendientes con los "liftings" correspondientes pero con las mismas intencionalidades. De un lado del ring el capitalismo global convertido en una "cleptocracia" internacional que atenta contra la soberanía de los estados y la capacidad de los pueblos de generar condiciones dignas de vida para las mayorías. Un capitalismo de las corporaciones fundado en el poder de las armas y del dinero. Un poder imperial transnacional que va en busca de los recursos naturales, del petróleo, del agua, de los minerales y de la biodiversidad. En la otra esquina los pueblos que resisten con tozudez este plan de dominio mundial. Los fuertes actores económicos transnacionalizados enfrentando a los pueblos originarios y a los movimientos campesinos que defienden sus tierras del agronegocio y del saqueo extractivo hegemónico , a los movimientos sociales territoriales que buscan nuevas formas participativas y democráticas de trabajo, a los obreros en las fábricas recuperadas, a las fuerzas políticas que, aunque fragmentadas, intentan legislar a favor de los intereses de los sectores populares y de las minorías discriminadas, a los que desde el campo cultural intentan el desarrollo del pensamiento crítico y la construcción colectiva del conocimiento.
Distintos nombres y distintas máscaras para viejos contendientes. Los que acumulan la riqueza concentrada , sus lacayos locales haciendo sus "pequeños negociados" y un coro de ignorantes colonizados cultural e ideológicamente por los medios y las jerarquías eclesiásticas y quienes luchan cotidianamente no sólo por la sobrevivencia sino por un mundo más justo e igualitario. Parafraseando a un viejo dirigente político diremos que en esta lucha se nos va la vida pero la misma no merece ser vivida sin esta lucha.

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publicado por ricardolplaul a las 21:32 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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