El Campo de mi Provincia

Por Ricardo Plaul

El campo de mi provincia tiene atardeceres infinitos.
El campo de mi provincia tiene soledades infinitas.
Lágrimas antiguas se columpian en el alma
con el cielo sangrante
y las alas migrantes de alguna golondrina.
Los cascos de tu caballo en el estío
levantan tempestades de tierra, nostalgias
de sueños compartidos en la galería de mi vida,
gemidos de siesta provinciana en la madera
siempre-verde del pino, que susurra sus secretos
en la cuatro ramitas del nido indiscreto,
en las cuatro palabras del sexo indiscreto.
El campo de mi provincia tiene verdes moteados
de azul-cardo y arcoíris de certezas en la noche
poblada de grillos y luciérnagas.
El campo de mi provincia tiene poemas dormidos
en cada flor de tu sonrisa, en cada mirada
enamorada del arroyo ensortijado de trébol,
empecinado de totoras, descabellado de juncos.
Aferrado a los ranchos y a las cuerdas milagrosas
del viento, quiero esposarme a su misterio.
Desnudemos mil zambas ansiosas de versos,
distrae mi mirada una protesta temerosa de teros,
un olor animal inseminando la tierra.
Me abraza tu destino de pasos infinitos,
golpea tu mar la savia de mi infancia
acariciando ternuras en las frágiles alas de tus mariposas.
15/12/10